22 de enero, memoria de San Vicente de Huesca.- Emulando a su paisano, San Lorenzo, fue Vicente un aprovechado discípulo de San Valerio, Obpo. de Zaragoza, de quien llegó a ser su principal diácono. El cruel Daciano, gobernador por el sanguinario Diocleciano, se ensañó con los pastores para conseguir así la dispersión del rebaño. LLevados a Valencia, se les sometió a todo tipo de torturas que Vicente sufrió, sin flaquear, con invicta constancia. Arrojado a las fieras, que lo respetaron, y ahogado en el mar, que también devolvió sus restos, se le dio cristiana sepultura en el 304.- San Agustín nos hace saber que la fama de este martir español llegó hasta los últimos confines del dilatado imperio romano.
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