2 de febrero, festividad de la Purificación de la Santísima Virgen María.- Esta fiesta es una de las más antiguas dedicadas a la Madre de Dios; y nos recuerda su mejor lección de humildad al acatar la ley mosaica por la cual presentó a su Hijo en el templo a los 40 días de nacido (25/XII-2/II) y ofrendó al Señor, dada su pobreza material, 2 palominos. Por cierto, Ella no tenía obligación de purificarse ya que era pura en el sacrosanto pensamiento de Dios desde la creación del mundo.- Por otra parte, la procesión de las candelas recuerda el tránsito iluminado que la Sagrada Familia realizó, llevando al Niño Jesús, hasta el templo de Jerusalén. Desde entonces, nos dice San Anselmo, las candelas o las velas, en lugar sagrado, representan el cuerpo de Cristo, la mecha su alma y la llama encendida su divinidad. Y a la Santa Virgen, se le ha dado también el sobrenombre bendito de la Candelaria.- Así, lo que realmente celebramos rezando el cuarto misterio gozoso del Santo Rosario es la Presentación del Niño Jesús en el Templo, predicho por Malaquías (Lectio 3,1-4).- Además, el Evangelio según San Lucas, nos hace partícipes del gozo de Simeón al cer al Salvador del mundo.
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