Domingo XX después de Pentecostés.- Incidiendo en la historia sagrada, hoy toca leer en Maitines los libros de los Macabeos.- Después de poner fin a los 70 años de cautiverio en Babilonia, los judíos retornaron a Jerusalén para reconstruir el templo.- Pero no pasó mucho tiempo para que, abusando de su libertad, se dieran a todo género de vicios; con lo cual exitaron la cólera divina. Por eso les mandó al despiadado Antioco Epifanes quien, al mando de veteranas huestes sirias, saqueó el templo y prohibió el ejercicio del culto judío y de la ley mosaica en toda Palestina.- Fue entonces que Dios, compadecido, suscitó un numeroso grupo de justos llamados a defender su religión y patrias tradiciones. Al efecto, Matatías puso en pie de guerra todas las reservas judìas y les dio por comandante a su propio hijo, Macabeo. Este, secundado por sus 6 hermanos, derrotó a Antioco y recuperó todo el territorio invadido por los sirios.- En la Epístola de la Santa Misa San Pablo nos exhorta a aprovechar el tiempo en lo santo, sano, util y provechoso, "porque los dìas son malos" (Efesios 5, 15-21).- Confiemos en Dios, "seguros de que nos ha de mirar con ojos de piedad". Contando con su auxilio, como los Macabeos, "nuestros enemigos quedarán reducidos a la impotencia". Y nuestros triunfos serán los del Señor de los ejércitos, cantados por el Aleluya.- Reconociendo nuestras culpas, pidamos perdón a Dios y reconstruyamos en nuestro cuerpo y en nuestra alma el templo de Jerusalén, "templo vivo del Espíritu Santo".
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